El cuarto desde donde escribo es grande, con amplias ventanas que dan a un parque pequeño y bastante tranquilo. El piso donde vivo tiene tres habitaciones, una pequeña cocina y un cuarto de baño que compartimos Yui, Zhang Hui y yo. Me gusta mucho donde vivo. Es soleado y acogedor.

El piso forma parte de un gran edificio que fue construido por el gobierno en los años 70, continuando una política de creación de viviendas sociales que se inició en este país a finales del siglo diecinueve. Aunque existen lamentables casos, creo que ha prevalecido en la construcción de viviendas protegidas en el Reino Unido en un cierto criterio integrador y una intención de evitar la creación de guetos. Es fácil encontrar viviendas sociales en zonas céntricas de los municipios, cerca de tiendas, servicios y transporte. A pesar de ello, estos lugares siguen teniendo una mala reputación por ser considerados peligrosos. Pero no hay nada que temer donde yo vivo.


Hasta los años 80, la práctica totalidad de este tipo de viviendas estaba en propiedad y era gestionada por los ayuntamientos. Los que tenían acceso a uno de estos pisos eran personas de pocos recursos económicos que pagaban al ayuntamiento alquileres moderados. Durante los años ochenta, sin embargo, el gobierno de Margaret Thatcher aprobó una ley que permitía la compra de la vivienda a aquellos los residentes ? el conocido como Right to Buy Scheme, que el gobierno de Blair ha mantenido con algunas modificaciones. Muchos se acogieron a esta medida, y entre ellos, probablemente, mi casero: les permitía hacerse propietarios de una vivienda a un precio inmejorable; los pisos se vendieron a un precio especial, muy por debajo de su valor de mercado (en algunos casos, con una rebaja de hasta el 70%) al contemplarse en el precio final pactado los años que los residentes habían alquilado la vivienda al ayuntamiento.

La medida era redonda para el gobierno de Thatcher: fue bien acogida por el electorado, al tiempo que privó a los ayuntamientos (en muchos casos dirigidos por políticos laboristas) de una gran fuente de ingresos. El problema es que esta medida no fue acompañada por la construcción de más viviendas protegidas. Los sucesivos demandantes de viviendas sociales han visto cómo el número de pisos disponibles se ha reducido muy considerablemente. Es una situación que todavía continúa: en la actualidad hay una lista de personas a la espera de ser alojadas en viviendas sociales de un millón y medio de personas, un número récord.

En una ciudad como ésta, donde tener un techo es un auténtico lujo ? el precio medio de la vivienda es alrededor de 289.500 libras (sí, sí, unos 426.000 euros) ? medidas como la del Right to Buy de Maggie no puede ser llamadas otra cosa que un fracaso.