La rutina

La rutina no es una palabra con buena fama que digamos. Todo el mundo abomina de la rutina; La rutina diaria de levantarse y asearse, desayunar e ir a currar; La rutina de las comidas: qué compro, qué preparo; La rutina en la pareja: en los temas de conversación, en la cama…
En el ámbito educativo, sin embargo, la rutina es la más fiel aliada del educador. Del buen educador, se entiende.
– La rutina, al ser un conjunto de acciones que se repite, favorece que desde su nacimiento los niños y niñas adquieran confianza y seguridad.
– La rutina está en directa relación con la adquisición de las nociones espacio-temporales: el bebé, la niña o el niño, aprenden a anticipar lo que va a suceder (tiempo), y son capaces de organizar sus juegos o entretenimientos mejor que si no tienen ningún punto de referencia.
– La rutina mejora la autonomía y la autoestima porque el bebé, el niño o la niña, sienten que controlan el mundo que les rodea si saben que es lo que viene a continuación.
– Las rutinas son importantes en sí mismas, y como un todo: así, la transición entre rutinas diferentes es un concepto fundamental, y no solo en el campo educativo.
Por último, a los que abomináis de las rutinas solo os diré una cosa: para poder romper la rutina -cosa muy necesaria- primero ha de haberse adquirido.