Érase una vez, hace mucho, muuucho tiempo, existía un fantasma, al que todos llamaban el fantasma rojo, porque llevaba siempre una sábana de color rojo.
Todo el mundo quería mucho al fantasma rojo, porque era un tipo muy divertido…
– Fantasma rojo, fantasma rojo, ¿vendrás esta tarde a mi fiesta? Tienes que venir, que la última vez nos lo pasamos muy bien con las historias y los chistes que nos contaste…
– Uf, no va a poder ser. Ya me he comprometido con ir a otra fiesta. Quizá la próxima vez…
– Sí, seguro, no te olvides. La próxima fiesta tienes que venir a mi casa…

Y así siempre.
Esa tarde cuando llegó a la fiesta, todo el mundo lo esperaba…
– Ya está aquí el fantasma rojo, ya está aquí el fantasma rojo…
– Bien, ahora sí que esto será una fiesta de verdad.

Y el fantasma rojo llegaba, tranquilamente y empezaba a comer todo lo que le apetecía y a beber lo que se le antojaba. Y a la gente le gustaba eso.
De repente, el fantasma rojo se empieza a quitar la ropa: se quita los zapatos, se quita la sábana, se quita los calzoncillos… y se queda desnudo…
– Ja, ja, ja, ja, se reía todo el mundo.
– Cochiiiiiiino, que se te ve la piiiiiiichi
– Que se te ve el cuuuuuuuulo. Jajajaja

Y la gente iba detrás de él. Y el corría y corría. Y la gente le gritaba:
– Cochiiiiiiino, que se te ve la piiiiiiichi
– Que se te ve el cuuuuuuuulo. Jajajaja
Y se partían de risa.
Entonces, el fantasma rojo, sacaba un bote de pintura blanca y una brocha muy grande, y empezaba a pintarse todo el cuerpo.
Se pintaba la frente, la nariz, los mofletes, las orejas, el cuello, los hombros, el pecho…
Se pintaba la barriga y todo, todo el cuerpo, los brazos, las piernas….
Ya estaba todo blanco de arriba abajo, y la gente lo miraba y se reía. Entonces saca unos pinceles y pintura negra. Y cuando la pintura blanca se ha secado, les pide a algunos que le pinten en su cuerpo lo que cada uno quiera.
Y una mujer le pinta un árbol. Y un hombre le pinta un perro. Y niño le pinta una cara…Y cada uno le pinta lo que le apetece.
De repente, el fantasma rojo sale corriendo y se tira de cabeza al agua, al lago que hay muy cerca. Y sale sin pintura, chorreando agua. Se seca muy bien con una toalla, y se pone su ropa…
Entonces sale corriendo detrás de un hombre y le baja los pantalones. Y a una mujer le sube la falda. Y a otra le baja el vestido… Y todo el mundo huye de él…
Y luego se va. Y la gente se queda muy contenta, esperando otra fiesta, para que venga el fantasma rojo de nuevo.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.